sábado, septiembre 05, 2009

MTB en Peralejos de las Truchas



Por tercer año consecutivo nos fuimos de casa rural + bici, este año a Peralejos de las Truchas (Guadalajara), o lo que es lo mismo, el Alto Tajo. El primer día nos dimos un paseo de toma de contacto, y acabamos en un camino lleno de pinchos que nos tatuaron las piernas. Nada grave. También hicimos el primero de los muchos vadeos del Tajo.

La primera ruta nos llevó a la Laguna de la Taravilla situada a escasos metros del Tajo. También recorrimos el río Cabrillas, para acabar cruzando el Tajo en el Puente de Peñalén. Este tramo es muy bonito, sin gente y siempre cerca del agua.

Tras cruzar el puente, iniciamos la vuelta por la orilla contraria del Tajo, por una pista de buena calidad, lo que hace que muchos conductores (demasiados), anden por allí como si aquello fuera la M-30, levantando polvaredas e incluso a veces, no dejando espacio para los ciclistas.

Llegamos a la carretera, que hay que tomar en un breve tramo hasta llegar al puente sobre el Tajo, donde un grupo de palistas estaban iniciando una travesía por el alto Tajo, ese río que ahora desemboca en el Mediterráneo.


El segundo día fuimos de Peralejos a Chequilla y Checa. En Chequilla hay unas curiosas formaciones geológicas, esculturas caprichosas de la erosión.

En Checa subimos por la calle mayor, toda en cuesta, como alguien dijo, mal pueblo para que se te caiga una sandía cuesta abajo. A la salida de Checa continuamos por una pista que pronto deja de estar asfaltada y nos llevó a coronar la ruta a unos 1641, en lo alto de una de las muelas poblada de pinos y tejos.
Llegando a la ermita de Ribagorda, vimos las terreras homónimas.

El caolín aparece en muchos lugares de la zona, en algunos sitios sigue siendo explotado industrialmente. Cuando no, la erosión hace un trabajo curioso.

El tercer día fue el más épico con una ruta dura de Peralejos a la junta del Tajo y la Hoz Seca.
Sin mucha dificultad y disfrutando de unos paisajes espectaculares llegamos a la desviación que nos llevaría hacia la junta de los ríos. Bajamos a toda caña, y vadeamos el río de la hoz seca (que de seco nada). Poco más adelante, cuando íbamos a vadear el Tajo apareció en dirección contraria un biker con un maillot de Mamouth que gentilmente intentó explicarnos que nos quedaba un trozo chungo, que la subida era dura, que íbamos a tener que tirar del ramal y que estábamos haciendo la ruta al revés. No le hicimos muchos caso, y al grito de “somos bikers” y el 7º jamás se rinde nos lanzamos a hacer realidad sus profecías.

Primero tuvimos que hacer unos pocos metros que se hicieron interminables por la orilla del río en plan Indiana Jones (hay que comprar un machete pero ya!) para pasar un estrecho en el Tajo formado por dos piedras. He de decir que el grupo se portó fenomenal, y con una cadena conseguimos pasar bicis y ciclistas.

Poco más adelante, y siguiendo un camino y una senda de vacas alternativamente, comenzamos las subida hacia “las cumbres”. El camino se fue definiendo, pero la pendiente no se reducía, así que como nos presagió el biker, subimos tirando del ramal bastantes trozos. Con el agravante de que hacía calor y estábamos gastando más agua de la debida, así que empezamos a racionar nuestras reservas.

Poco a poco logramos coronar, y comenzamos una bajada preciosa por un prado plagado de ciervos. Por allí todo lo peor estaba pasado, y tras un par de kilómetros por un camino semiperdido, encontramos una pista perfecta que nos llevó hasta el Tajo, que remontamos para vadearlo en “la central de abajo” y aprovechamos para remojarnos. Ducha rápida, y recogida y cierre, hasta el año que viene, que habrá que repetir.

Relato más largo con tracks y perfiles y fotos, en la página del séptimo piñón: Peralejos Weekend

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