miércoles, abril 03, 2013

Barcelona, otra vez


Vuelta a Barcelona, por trabajo, por placer, porque siempre es un placer volver a esta ciudad donde los viajeros se encuentran a sí mismos, para perderlos definitivamente en algún rincón del barrio de Gracia, a la sombra de un árbol, o en una calçotada colectiva catalanista con cebollinos toledanos.


Por que sí, porque la globalización de los mercados puede con cualquier ansia nacionalista, ya que todos somos clientes que no ciudadanos de este mundo globalizado. Ellos también, a su pesar.


La Sagrada Familia sigue creciendo, a golpe de taquillazo de turistas, y procedimientos constructivos innovadores, y a pesar de los terroríficos (según algunos) túneles del AVE que por ahí abajo andan.


En un centro comercial me encontré con una curiosa miniexposición de coches fúnebres (pongo los de niños que son algo menos tétricos), que parece que se pueden visitar al completo en el cementerio de Montjuic (habrá que volver).


En Barcelona uno se encuentra de todo, incluso maratones multitudinarias, que no corrimos no por falta de entrenamiento, sino por falta de tiempo (creo que no se puede correr en 22 horas que es lo que nos llevaría).


En la maratón miles de historias, de promesas, de retos personales, de dedicatorias, de gestos anónimos llenos de valor, se respira la emoción, positivismo elevado al cubo... corred, corred malditos.


Bicicletas del bicing que esperan su final gracias a las estúpidas normas de la DGT sobre la obligatoriedad del casco en las ciudades... igual habría que hacer insumisión (por recordar este término olvidado desde que no hay mili).


Barcelona también es un buen lugar para buscar esos collages urbanos escondidos en las paredes palimpsésticas de la ciudad.


O incluso en el suelo, gracias a la desgraciada muerte de una botella de vino tinto.


No hay comentarios: