sábado, febrero 11, 2017

Frantz


Françoise Ozon nos vuelve a impresionar en una cinta impecablemente rodada. Ambientada maravillosamente en la Europa devastada por la primera guerra mundial, cuenta una historia un tanto inverosímil cuya inverosimilitud crece conforme pasan los minutos. Sin embargo, no pasa nada, el cine es para eso, para hacernos creer sus mentiras.

El rodaje en blanco y negro ayuda mucho a creernos al personaje atormentado por haber matado en la guerra a un joven cuya familia se empeña en conocer para lavar su sensación de culpa. Luego, las cosas se complican más y más hacia es inverosimilitud, pero eso importa poco porque la protagonista se va comiendo la cámara minuto a minuto.

Desgraciadamente no pude verla en V.O., con lo que me perdí la guerra de acentos, pero ya sabemos que en esto nos queda mucho camino por recorrer.